La barbilla constituye la parte inferior más prominente del perfil facial. Su forma depende fundamentalmente del mentón, esto es, de aquella parte del hueso de la mandíbula comprendida entre los dos dientes caninos. Pero también influyen todas las partes blandas que lo recubren (músculo, grasa y piel).
Un mentón bien desarrollado es importante para mostrar un perfil facial proporcionado, manteniendo unas relaciones adecuadas con la nariz y con el cuello.
La falta de desarrollo del mentón se llama, técnicamente, microgenia y es el problema que nos interesa aquí. Además de causar un perfil no favorable, es una causa predisponente al descolgamiento de los tejidos del cuello con el paso de los años, generando un cuello obtuso.
No debemos confundir la microgenia con la retrognatia, problema más complejo que afecta a toda la mandíbula y no sólo al mentón. Aunque externamente pueden parecerse, la diferencia fundamental es que en la retrognatia existe también una alteración en el contacto de los dientes entre sí (malaoclusión dental), pues la arcada dentaria inferior es proporcionalmente más pequeña que la superior. Su solución es compleja y exige elongación del hueso de la mandíbula mediante técnicas de cirugía ortognática y ortodoncia.
El aumento del mentón es la técnica que tiene por objetivo fundamental aumentar su proyección, pero también puede ayudar a cambiar su forma. De manera indirecta, este tratamiento también mejora el aspecto del cuello, pues pone en tensión sus tejidos blandos.
Está indicado para corregir problemas constitucionales donde hay una falta en el desarrollo de esta parte del hueso de la mandíbula o cuando por el envejecimiento se produce un descolgamiento de los tejidos blandos del cuello. También puede usarse para corregir defectos secundarios a traumatismos faciales.
En general, el tratamiento se practicará cuando se haya completado el crecimiento óseo facial, hacia los 18 años de edad.
No hay una sola técnica para conseguir nuestro objetivo.
Las posiblidades son:
- Aumento de mentón con implante de grasa del propio paciente
- Aumento de mentón con implantes de relleno inyectables
- Aumento de mentón con implante sólido (prótesis)
- Aumento de mentón por osteotomía mandibular
En las tres primeras introducimos un implante para realzar su proyección. En la última se provoca una fractura controlada del mentón para cambiar su posición.
Se indicará un tipo de tratamiento u otro dependiendo de su caso particular.
Es una técnica laboriosa que utiliza como implante la grasa del propio paciente. Ésta es su principal ventaja, pues el implante siempre es bien tolerado por el individuo y los resultados son muy naturales.
Puede hacerse con anestesia local y sedación y no requiere ingreso en clínica.
En la primera parte de la cirugía obtenemos el implante de grasa mediante liposucción de otra zona corporal. Tras procesarla y concentrarla mediante diferentes técnicas, se inyecta en la zona elegida mediante cánula fina a través de mínimas incisiones cutáneas.
La grasa infiltrada se comporta como un injerto vivo de tejido, es decir, que para que el implante tenga éxito debe vascularizarse. En caso contrario la grasa se reabsorberá, perdiendo el efecto conseguido.
Éste es el principal problema de esta técnica. Se estima que aproximadamente el 30-50% de la grasa implantada podría reabsorberse por lo que, para llegar a un resultado satisfactorio, pueden ser necesarias nuevas sesiones de relleno.
En este caso, se usa como material de relleno implantes sintéticos inyectables.
Son formulados y fabricados en un laboratorio y dispensados en forma de jeringuillas para su aplicación por punción con aguja fina. Existen muchas marcas comerciales. Se diferencian entre sí por su composición química y su duración más o menos prolongada en el tiempo (reabsorbibles o permanentes).
Su cirujano plástico le asesorará sobre cuál es el implante más adecuado para su caso.
Esta técnica es la más sencilla de las descritas. Se practica con anestesia local en la consulta y su aplicación no dura más de 30 minutos.
Existe todo un capítulo que desarrolla este tema que puede consultar en el apartado de Medicina Estética.
En esta técnica se recurre al uso de una prótesis, esto es, un implante sólido de un material artificial, colocado justo encima del hueso del pómulo, para aumentar su relieve.
Por su composición, exiten mucho tipos de implantes. Quizás el más clásico sea la silicona sólida (polímero inorgánico a base de sílice). Otros ejemplos son el politetrafluoroetileno expandido (Gore-tex®) y el polietileno (Medpor®).
También existen una multitud de modelos que varían entre sí según su consistencia, su forma, su tamaño y la proyección que generan.
Su cirujano plástico le asesorará sobre cuál es el implante más adecuado para su caso.
La colocación de este tipo de prótesis supone una pequeña intervención quirúrgica. Habitualmente se practica bajo anestesia general y el paciente permanecerá ingresado en la clínica la primera noche. En casos seleccionados puede realizarse con anestesia local y sedación.
Normalmente colocamos el implante por vía externa, a través de la piel, colocando la incisión justo detrás de la barbilla, quedando siempre en un lugar poco visible. Basta con una incisión de pocos centímetros de longitud para poder introducir una prótesis de tamaño mediano.
Está descrita también la vía interna, intraoral, colocando la incisión en la unión del labio inferior con la encía, pero tiene mayor riesgo de infección y de dehiscencia de la herida.
Es la única técnica en la que se consigue aumentar el mentón sin introducir implante alguno.
Es la más compleja de todas. Requiere anestesia general y una noche de ingreso en clínica.
Mediante un abordaje intraoral amplio, colocando la incisión entre el labio inferior y la encía, se expone la parte anterior de la mandíbula entre ambos dientes caninos. Con una sierra oscilante se hace un corte transversal del mentón para separar esta porción de hueso del resto de la mandíbula y poder así cambiar su posición. Se debe fijar mediante miniplacas irreabsorbibles de titanio para que suelde correctamente en su nueva ubicación, como cualquier fractura de un hueso.
El riesgo principal de esta técnica es la lesión de los nervios mentonianos, que dan la sensibilidad de la piel del labio inferior y mentón.
El aumento de mentón no puede corregir todos los problemas de esta región de la mandíbula.
Aunque tensa la barbilla, este tratamiento no cambia la calidad o textura de la piel, por lo que este factor puede influir en el resultado final de la técnica usada.
Tampoco tiene influencia alguna sobre la forma en la que contactan entre sí los dientes (oclusión dental) ni sobre el tamaño general de la mandíbula.
Los implantes pueden llegar a ser visibles o palpables como postizos debajo de la piel. Pueden no quedar perfectamente fijados en su localización y sufrir desplazamientos secundarios, causando cambios en el resultado inicialmente obtenido.
Algunos tipos de implantes se van a ir reabsorbiendo poco a poco, pudiendo perder parte de la proyección original alcanzada y precisando de nuevas sesiones de tratamiento para mantener los resultados originales. Esto ocurre con algunos implantes de relleno inyectables y también con parte de la grasa.