El aspecto ideal de la piel de la cara (cutis) y del cuello debe presentar una adecuada hidratación y una coloración homogénea, sin manchas. Además debe aparecer tersa, bien adaptada a los contornos faciales.
Aunque definidos, los relieves faciales no deben ser excesivamente angulosos. La morfología del esqueleto facial debe estar suavizada de forma apropiada con la grasa ubicada debajo de la piel.
La cara ha de poder transmitir emociones y, por ello, no debe aparecer como una máscara. Con la gesticulación, en la piel se forman pliegues naturales pero, idealmente, no deben persistir durante el reposo.
Con el paso de los años el aspecto de la cara y el cuello se deteriora.
La piel es un órgano vivo compuesto de millones de células estructuradas en dos capas: la epidermis (capa superficial) y la dermis (capa profunda).
La función principal de la epidermis es la de actuar de barrera frente al exterior, tanto mecánica como inmunológica. Las células principales de la epidermis son los queratinocitos y los melanocitos. Las primeras son las mayoritarias, forman la estructura básica de la epidermis y se apilan formando capas. Nacen en la capa más profunda (capa basal) y conforme envejecen van ascendiendo hacia la superficie hasta que llegan a la capa más superficial (capa córnea), donde mueren y se desprenden (descamación). La capa córnea es muy gruesa en zonas de especial roce como son las palmas y plantas. Los melanocitos son las células responsables de la pigmentación de la piel. A ellas se debe la diferente coloración de la piel en las distintas razas y el bronceado por la acción del sol.
La dermis está ubicada por debajo de la epidermis. Su porción más superficial se llama dermis papilar y su porción más profunda se llama dermis reticular. Es una amalgama de fibras (destacan el colágeno y la elastina) sintetizadas por un tipo especial de células llamadas fibroblastos. La dermis es la principal responsable de la elasticidad cutánea. Es también rica en ácido hialurónico, que a modo de una esponja tiene la propiedad de retener moléculas de agua, dando el aspecto de hidratación de la piel. A la dermis llegan vasos sanguíneos y nervios, responsables de dar la irrigación y la sensibilidad a la piel, respectivamente.
En el espesor de la piel se ubican diferentes anejos, a saber, los folículos pilosos, las glándulas sebáceas y las glándulas del sudor.
Las funciones principales de la piel son:
- Protección del organismo frente al exterior, como barrera mecánica (traumatismos) e inmunológica (infecciones).
- Regular la temperatura corporal. Cambiando el flujo sanguíneo de la piel (con el frío se contraen sus vasos sanguíneos y con el calor se dilatan), se controlan las pérdidas de calor del organismo.
- Síntesis de vitamina D, por la acción del sol (el resto de vitamina D se ingiere con la comida).
- Medio de interacción con el medio externo a través del sentido del tacto.
- Su aspecto es muy importante en las relaciones interpersonales, sobre todo en la zonas habitualmente expuestas, como son la cara y las manos.
La edad, factores genéticos (hereditarios), hormonales, hábitos (tipo dieta, fumar) y factores ambientales (sol, humedad) condicionan en gran medida el aspecto externo de nuestra piel. Además, existen muchas enfermedades que pueden alterar también su apariencia.
El envejecimiento facial y cervical afecta en mayor o menor grado a todas sus estructuras, ocasionando unos cambios drásticos en nuestro aspecto.
Pero existen otros factores también importantes que lo modulan, destacando a nivel facial el efecto de los agentes físicos externos sobre la piel a lo largo de la vida de la persona. Destaca el daño ocasionado por la exposición solar, dependiente sobre todo de los rayos ultravioletas y que tiene además un efecto acumulativo e irreversible. Otro factor agravante es el humo del tabaco en las personas fumadoras.
La piel
Con la edad la piel sufre una atrofia, es decir, un proceso de deterioro tanto en su estructura como en su función. Sus consecuencias principales son:
- Piel adelgazada y frágil.
- Sequedad cutánea (alteración de las glándulas sebáceas), con aparición de arrugas finas.
- Pérdida de elasticidad (alteración del colágeno y la elastina).
- Manchas seniles (alteración del pigmento cutáneo).
- Canas (alteración del pelo).
La pérdida de elasticidad cutánea ocasiona su descolgamiento por el efecto de la fuerza de la gravedad. Así, aparecen:
- Arrugas por flaccidez:
- Caída de la piel del párpado superior (dermatocalasia palpebral), que puede llegar a dificultar la visión en casos extremos.
- Caída de la piel del párpado inferior, que puede a formar ondas sobre la mejilla (festones).
- Profundización de los surcos nasogenianos, que son pliegues cutáneos que se extienden desde la aleta nasal hasta la altura de la comisura bucal, a nivel de la mejilla.
- Caída de las comisuras de la boca, que en grado extremo se han comparado a la boca de una marioneta (arrugas de marioneta).
- Pérdida de la definición del reborde mandibular.
- Descenso de diversas estructuras faciales:
- De las cejas, sobre todo de su porción más lateral (cola de la ceja).
- De la punta de la nariz, formando un ángulo con el labio superior más agudo, dando la sensación de una nariz más larga.
- Del labio superior, aumentando su altura.
- Del lóbulo auricular, elongando la dimensión vertical del pabellón auricular, a veces empeorado por el peso del pendiente.
- Del cuello, formándose un ángulo obtuso entre él y la mandíbula en la visión de perfil.
La grasa subcutánea
La atrofia y descolgamiento de la grasa subcutánea causan un demacramiento de la cara, siendo más evidentes los relieves óseos. La zona más afectada en este proceso es la región periorbitaria, quedando las órbitas más vacías y el ojo aparentemente más hundido.
La musculatura facial
La gesticulación mantenida durante años al ejercitar la musculatura de la mímica facial ocasiona la aparición de las llamadas arrugas de expresión. Son típicas en la frente, el entrecejo, en el lateral de los ojos ("patas de gallo") y las arrugas del labio superior ("código de barras"). En el cuello, la actividad excesiva de su musculatura (músculo platisma) genera también la aparición de bandas verticales en su porción anterior.
El esqueleto facial
Y por último, con la edad también vemos una atrofia de los huesos faciales. Es más relevante en los pómulos (la falta de soporte favorece la caída de la mejilla) y en las encías (cuya reabsorción parcial, asociada a la pérdida dental, causan la pérdida de proyección de los labios).
En la primera consulta el cirujano realizará una historia clínica completa, descartando enfermedades generales o medicaciones que esté tomando que pudieran interferir o incluso contraindicar los tratamientos propuestos. Son de especial interés identificar hábitos de vida que influyan en acelerar el proceso de envejecimiento (tabaco, exposición solar) y descartar problemas cutáneos locales que pudieran influir en el resultado.
Durante la exploración física se procederá a examinar detenidamente el aspecto de su cara y cuello. En esta fase es muy importante poder identificar cuál es el problema principal y cuáles son los secundarios.
La estrategia de tratamiento se diseñará conjuntamente con el paciente. Dado el origen multifactorial del envejecimiento, lo habitual es proponer un continuo de acciones terapéuticas (médicas y quirúrgicas) que, de forma progresiva, podrán ir mejorando los problemas identificados.
Se le asesorará sobre la técnica más adecuada para su caso, aclarando las expectativas del resultado. El mejor candidato es el individuo que busca la mejoría y no la perfección en el resultado. Además, tener expectativas realistas, buena salud y estabilidad psicológica son características importantes en un paciente que considere someterse a cualquier tipo de tratamiento.
Las técnicas de rejuvenecimiento facial y cervical sin necesidad de cirugía son múltiples y se describen ampliamente en los capítulos sucesivos. Según su mecanismo de acción se pueden agrupar en:
- Tratamientos que mejoran el aspecto de la piel (hidratación, textura, color):
- Mesoterapia facial.
- Peeling químico.
- Láser y luz pulsada.
- Dermoabrasión.
- Tratamientos que corrigen las arrugas por flaccidez:
- Hilos tensores.
- Tratamientos que relajan las arrugas de expresión
- Tratamientos que dan volumen, rellenando arrugas y modificando el contorno facial (pómulos, labios, mentón):
- Implantes inyectables de relleno.