TUMORES CUTÁNEOS

En Medicina, hablamos de tumor o de neoplasia para referirnos a cualquier lesión patológica de los tejidos que consiste en una proliferación anómala de las células que componen dicho tejido. Clínicamente se va a manifestar como un bulto. 

Los tumores cutáneos son los más frecuentemente tratados por un cirujano plástico y están originados en las células que forman la piel y sus glándulas anejas (pelo, glándulas del sudor y glándulas de la grasa).

Tipos de tumores cutáneos

En todos los tumores, benignos y malignos, ocurre una multiplicación incontrolada de las células que lo componen y generan un bulto local. 

Pero un tumor maligno, además, tiene la capacidad de infiltrar los tejidos vecinos (invasión tumoral) y de desprender células que viajen a distancia por la sangre o la linfa para implantarse y crecer en otras zonas corporales (metástasis). Tumor maligno es sinónimo de cáncer.

Son ejemplos de tumores cutáneos benignos:

  • Las verrugas. Son los tumores cutáneos más frecuentes. Su origen es vírico y son altamente contagiosas.
  • Los quistes de la piel. Originados de la epidermis (quiste epidérmico), de la dermis (quiste dérmico) o de la raíz del cabello (quiste triquilemal).
  • Los nevus pigmentados. Se originan en los melanocitos, que son las células que producen el pigmento cutáneo (melanina). Popularmente se conocen como lunares.
  • Los lipomas. Se originan en la grasa.
  • Los fibromas. Se desarrollan a partir de las fibras que constituyen la dermis.

Son ejemplos de tumores malignos:

  • El carcinoma basocelular. Es el tumor cutáneo maligno más frecuente y, afortunadamente, el de mejor pronóstico. Tiene un período de evolución lento (años). Puede ser infiltrante a nivel local pero tiene una escasa capacidad de metastatizar.
  • El carcinoma espinocelular. Es el segundo en frecuencia, más agresivo que el anterior, de crecimiento local más rápido y con más potencial metastásico.
  • El melanoma. Es el tumor cutáneo maligno con peor pronóstico con alta capacidad de metastatizar a otros órganos del cuerpo. Se origina en los melanocitos y, por ello, suele manifestarse como una lesión pigmentada.

¿Cómo diagnosticamos un tumor cutáneo?

El diagnóstico de sospecha es clínico. El paciente presenta una lesión en la piel que va creciendo o consulta por las molestias locales que le ocasiona. 

Un bulto que crezca rápidamente, tenga un contorno irregular o poco definido, esté adherido a la piel o a las estructuras profundas y provoque una herida en la piel (úlcera) será orientado como tumor maligno. En estos casos se deben descartar la existencia de lesiones a distancia (metástasis).

Cuando el caso lo requiera pueden ser necesarias diversas exploraciones complementarias para completar el estudio (analítica, ecografía, TAC, RNM, angiografía).

El diagnóstico definitivo de certeza sólo puede establecerse con una biopsia, es decir, la toma de una muestra de la lesión para su oportuno análisis en laboratorio bajo el microscopio.

¿Cómo tratamos un tumor cutáneo benigno?

No todos los tumores benignos necesitan extirparse. En general, se opta por tratarlos cuando crecen desmesuradamente, crean problemas locales (molestias) o provocan un aspecto inestético por el abultamiento de la zona. 

El tratamiento más habitual es el quirúrgico y consiste en su extirpación simple. El informe de la biopsia confirmará el diagnóstico y constatará si su extirpación ha sido completa.

Hay otras modalidades no quirúrgicas de tratamiento que destruyen la lesión con calor (electrocoagulación), con frío (crioterapia), por vaporización (láser) o mediante la aplicación de diversos productos con efectos biológicos (quimioterápicos tópicos). Estas técnicas no permiten la biopsia de la lesión y debemos ser cautos en su indicación.

¿Cómo tratamos un tumor cutáneo maligno?

Todos los tumores malignos deben tratarse de forma obligatoria. 

En la mayoría de casos, el tratamiento de elección empieza por la extirpación radical de la lesión, dejando unos buenos márgenes de seguridad alrededor del tumor para evitar su recidiva. Con frecuencia es necesario el uso de injertos o colgajos para cerrar la herida si no podemos conseguir su cierre directo.

Pueden ser necesarios otros tratamientos complementarios para garantizar su completa erradicación, ya sean quirúrgicos (extirpación de ganglios regionales o de metástasis a distancia) o médicos (radioterapia, quimioterapia, hormonoterapia, inmunoterapia).